Durante el otoño, los ácaros del polvo se convierten en uno de los principales responsables de las alergias respiratorias. Estos pequeños organismos proliferan en colchones, sofás, alfombras y cortinas, especialmente cuando aumenta la humedad interior. Su presencia puede causar congestión nasal, tos seca y sensación de picor constante.
Otra causa frecuente es la alergia al moho, un hongo que crece en zonas húmedas y mal ventiladas, como baños, cocinas o garajes. Las esporas de moho pueden inhalarse fácilmente, provocando irritación en las vías respiratorias y reacciones alérgicas.
Por último, algunos pólenes tardíos, como los de la parietaria o el cenizo, siguen presentes en el aire durante el otoño, generando síntomas similares a los de la primavera, especialmente en personas con rinitis alérgica o asma estacional.